Leo asombrado en éste, mi periódico
de referencia, la noticia sobre las contradictorias causas de las heridas
sufridas por el manifestante del 14-N llamado Carlos Gorairis. Porrazos (de
porra) aparte hay coincidencia en que muchas fueron producidas al darse de
brices contra una moto aparcada.
Luego ya todo es controversia.
Mientras Gorairis manifiesta que fue empujado y tirado el delegado policial,
don Cirilo, asegura que el menda se arrojó, motu propio, sobre la motocicleta.
Desde un piso superior sito en la calle de los autos se grabó el choque de
causa incierta entre el humano y el vehículo motorizado y posteriormente un a
modo de propina de golpes policiales con el sujeto ya en el suelo, se cayese o
lo tiraran.
Desde luego la versión policial, sea
cierta o falsa, resulta de escasa credibilidad y contraria al sentido común y
al propósito de los manifestantes. Esto de que uno se vaya cayendo, de vez en
cuando, al tropezarse con los antidisturbios dice muy poco de la forma física
imprescindible para ser manifestante.
Sucediera lo que sucediese lo
realmente interesante será lo que queda por pasar ¿podrías ser esto? Léase en
clave marxista, de Julius, no del otro:
El fiscal murciano, a instancias de
don Cirilo, inicia procedimiento contra Gorairis por golpear el metal de un
vehículo particular valiéndose de toda su cara y no contento con ello querer
darse a la fuga reptando a ras de suelo. El SUP se persona en la causa porque
el acto de vandalismo del sujeto provocó un agujero negro en torno suyo
atrayendo las porras policiales y tras de ellas a los agentes que las portaban
que, indefensos, asistían estupefactos a los movimientos de vaivén aire-cara,
cara-aire, sucedidos por la inercia de las cosas o bien los campos magnéticos.
La aseguradora de la moto estudia un proceso por robo frustrado de vehículo
perfectamente aparcado. CCOO y UGT abren expediente de expulsión contra el
manifestante por desatender la presión contra los bancos centrando su acción de
piquete en artículos móviles distintos del objetivo de la huelga. Los servicios
de admisión hospitalaria girarán factura al herido de persistir éste en su
reprobable actitud de no identificar en todos sus extremos (marca, modelo,
color, matrícula) la moto vil y perniciosa.
La grúa municipal retira el ‘dos-ruedas’ por hallarse aparcado en
zona violeta (riesgo de impactos contra sindicalistas). Don Carlos se aviene a
un arreglo extrajudicial con el dueño del vehículo pagando a escote los daños
de chapa y pintura. La Plataforma anti Desahucios afirma que la moto tenía
perfecto derecho a estar donde estaba pues sobre ella pesa una hipoteca
preferente. Una prima segunda de Gorairis acude rauda a Sálvame prometiendo que
lo contará todo… ¿Qué no? ¡Al tiempo!
José Luis Vergara Giménez